jueves, 8 de agosto de 2013

Pensó en Jorge Guillén


Imagen extraída de Internet






















Sólo había sentido aquel dolor revitalizante una vez;  Natalia. Insultantemente desafiante. Con falda prohibitiva y sin rastro de sostén. Otra rizosa que reía a carcajadas. Pero entonces, él tenía veinticuatro años y trataba de enseñar literatura. Ella, contaba dieciséis, y ninguna gana de aprender. Se pasó el curso mirando aquellos pezones altivos y recitando “Los amantes” – (…) Pero… - ¿Tú conmigo? – en cambio, Natalia, se lo pasó mirando distraída hacia la ventana…  Y es que ni ella, ni nadie, imaginaban que el Profesor ponía su cara y su cuerpo en cada chica con la que se acostaba. Dejó que copiase en los exámenes para asegurarse de que se iría. O para que se fijase en él, lo cual, jamás sucedió. Sufrió, vaya si sufrió… se sintió sucio, rechazado, dolorido e incluso asqueado... Hasta que al fin, tras varios novios adolescentes, Natalia se esfumó del Instituto y no volvió a verla, salvo en algún sueño de vigilia. Pensó en Jorge Guillén al escribir aquel poema. Un universo perfecto, donde poder fundir a la amada con el paisaje...
Cristina, tardó trece días exactos en colocar su nombre en el rellano. “CRISTINA MONTES – 3º A”. Para entonces, ya era la de la risa sonora que traspasa paredes; anfitriona de paella los miércoles; la rizosa que no utiliza secador y jamás cierra una ventana; morena salerosa que escucha y canta a Sabina… Cristina de noche y Cristina de día. Cristina…

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