martes, 27 de enero de 2015

Días rojos

Imagen propia: Madrid

















Anoche bailabas en rojo
Audaz, vibrante, vaivén

de contoneo,
esa fotografía cálida en medio del caos, veo

un arroyo de luz y espigas creciendo. Te veo a ti.
Sorpresa sin envoltura,
rama y oleaje y espuma de mar
y primavera que se tiñe de añil en tus esquinas. Acoges.

Puedo ver el movimiento que provocas, puedo sentir el tiempo que ordenas,
cada ceniza
que escondes con tu baile.
Inalterable, solemne, quietud esquiva, eres y contienes, estaciones

de ida y vuelta que se la juegan al tiempo.
Madrid. Te veo a ti.

lunes, 12 de enero de 2015

#MapaMundi

Puedo seguir el #MapaMundi de tu cuerpo.
Ser hábil equilibrista en tus pestañas y continuar sin que me abrasen tus labios.
Atravesar la barrera.
Puedo dormir sobre tus pechos. Me arriesgo a alcanzar una estrella sin red de sujección debajo.
No me importa. No me hace daño; camino sin miedo.
Los #MapaMundi son para recorrerlos. Aunque también puedan ser olvidados
Recorramos este; "Yo, mi, me... contigo".
Conmigo.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Inicio













 
Todo comenzó con sueños
y las viejas ideas regresaron en forma de cuadernos y notas.
Existían ya aquellas otras miradas que
algunas personas interpretaban
a modo de ingenio y de palabras.
Él las interpretó siempre de forma correcta y yo
no entiendo otra manera de vivir que 
escribiendo parte de lo que se me ocurre, 
la otra parte,
se materializará en el camino.

martes, 23 de diciembre de 2014

Feliz Navidad


25 de Diciembre de 2014 - Madrid

19:10h – Dos personas entran en la estación de tren de Atocha. Se dirigen a la zona de llegadas.

-          ¿Y si no me salen las palabras?

-          ¿Qué quieres decir?

-          Ya sabes; llega, nos vemos, nos acercamos y no sé qué decir…

-          Algo dirás ¿tienes miedo de que no te entienda? Vocalizas bastante bien

-          Tengo miedo de quedarme en blanco.

-          ¿Cuántas horas tenéis por delante? ¿5, 6? En 6 horas es muy difícil que no digas absolutamente nada

-          ¿6 horas? Cómo no diga nada, se irá en 10 minutos

-          ¡Bonita historia! Un año de profundas conversaciones en redes sociales, echado a perder por 10 minutos de silencio ¡Venga!

-          No tiene gracia

-          No, claro que no tiene. Sabes que no ocurrirá eso. No va a marcharse porque te trabes un par de veces o comentes el frío que hace en Madrid ¡Eh! ¡Buen tema! Comenta el frío que está haciendo

-          No sé por qué continua nuestra amistad

-          ¡Porqué te soporto!

(Ríen)

-          Anda, vete ya. Luego te cuento.

20.15h

-          ¿Qué haces aquí?

-          Me he quedado en aquella esquina, tenía curiosidad

-          No ha venido.

-          Ya, ya lo veo... Lo siento.

-          No pasa nada.

(Suena un móvil)

-          ¿No lo coges?

-          No

-          A lo mejor le ha pasado algo

-          Me ha enviado un WhatsApp hace diez minutos

-          ¿Y qué?

-          Que no se ha atrevido

-          Lo siento. Cuando te vi con el móvil, creí que se retrasaba ¿Por qué te has quedado aquí?

-          No sé.

-          Oye

-          ¿Qué?

-          Siento haber espiado

-          No. ¡Menos mal! No soy capaz de reaccionar

-          ¡Pues venga! Vamos a tomar una cerveza

-          Si pagas tú…

-          ¿Yo?

-          Me han plantado a mí, no a ti

(Ríen)

-          Pese a todo…

-          ¿Qué?

-          Feliz Navidad

Abandonan la escena. Bullicio de gente.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Abril

Obra de Adriana Gorro http://imaginario-adriana.blogspot.com.es

























Y salió de escena por la esquina. Lucía el sol y ni siquiera abrasaba. ¿Dónde estaría ella? En algún lugar de Madrid donde pudiese estar sentada. Seguro que mirando alrededor, analizando la escena. Y seguro que tenía frío.
– No entiendo cómo puedes estar sin chaqueta a 20 grados… ¡Uf! Hace frío…
En aquel tiempo yo sonreía y no contestaba. Porque estaba hechizada con su boca. Porque solo quería que hablase. Los labios separados, mojados en aquel pintalabios tan feo. Asomaban sus dientes de ratona.
Yo era feliz, por eso no contestaba. Y solo reía.

lunes, 8 de diciembre de 2014

¿Tú conmigo?

Sólo había sentido aquel dolor revitalizante una vez; Natalia. Insultantemente desafiante. Con falda prohibitiva y sin rastro de sostén. Otra rizosa que reía a carcajadas. Pero entonces, él tenía veinticuatro años y trataba de enseñar literatura. Ella, contaba dieciséis, y ninguna gana de aprender. Se pasó el curso mirando aquellos pezones altivos y recitando “Los amantes” – (…) Pero… - ¿Tú conmigo? – en cambio, Natalia, se lo pasó mirando distraída hacia la ventana. Y es que ni ella, ni nadie, imaginaban que el Profesor ponía su cara y su cuerpo en cada chica con la que se acostaba. Dejó que copiase en los exámenes para asegurarse de que se iría. O para que se fijase en él, lo cual, jamás sucedió. Sufrió, vaya si sufrió. Se sintió sucio, rechazado, dolorido e incluso asqueado. Hasta que al fin, tras varios novios adolescentes, Natalia se esfumó del Instituto y no volvió a verla, salvo en algún sueño de vigilia.
Cristina, tardó trece días exactos en colocar su nombre en el rellano. “CRISTINA MONTES – 3º A”. Para entonces, ya era la de la risa sonora que traspasa paredes; anfitriona de paella los miércoles; la rizosa que no utiliza secador y jamás cierra una ventana; morena salerosa que escucha y canta a Sabina. Cristina de noche y Cristina de día. Cristina.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Cristina

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/





















La primera vez que la vio, creyó que estaba soñando. Aquella morena se quitaba la ropa con la ventana abierta y la persiana subida. Insultantemente atrevida. Pensó que hacía demasiado tiempo que no practicaba sexo, mientras ella cambiaba de ropa con avidez. Aquella noche soñó con sus pechos. Eran grandes, un poco caídos y los más bonitos que había visto en su vida; redondos, aureola perfecta, piel tostada. Insultantemente bella. Se levantó con una erección continúa en su cerebro (la justa bajo el pantalón) y la esperó cerca de la ventana. No tenía nada mejor que hacer. Recién despedido tras doce años como Docente – Caray… ahí está de nuevo – pensó cuando apareció mojada, envuelta en una toalla. El pelo rizado le caía sobre el hombro derecho. Buscaba ropa interior en su cómoda. Eligió una braguita negra y un sujetador rosa. Volvió a obviar la persiana, dejó de nuevo la ventana abierta. Insultantemente descuidada. Así, conoció a Cristina.