Septiembre.
Con suerte, los libros olían a nuevo y tenías que forrarlos para
empezar las clases. Hacían su aparición los nervios, y terminaban con
una sonrisa. Septiembre; mes de cambios por excelencia. Volvías a ver a
tu gente. La cálida rutina. La impaciencia de lo esperable. Septiembre
olía a urgencia por un nuevo año. Aquel chico del verano se diluía en tu
relato. Sin miedo a la vuelta -¡Caramba! -Aquellos "Septiembre" no han
vuelto a oler de la misma forma.
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