lunes, 23 de abril de 2012

Anorexia, Bulimia o llámalo Sofía

Paciente: Sofía Requejo
Edad: 17 años
Historia: Acude por primera vez a consulta derivada por su médico de cabecera y a petición de la madre. Presenta amenorrea y un descenso del nivel de potasio en los últimos análisis. La madre relata episodios de patología de tipo obsesivo, ansioso, de alteración de relaciones con los demás y de falta de autocontrol.



"Quisiera comer más pero soy incapaz. Todo empezó hace seis años. Desde que me desarrollé a los once.
Nunca he estado gorda pero la idea de tener las medidas perfectas, 90-60-90 me obsesionaba. El metro era algo imprescindible en el cajón de mi mesita. Sigue siéndolo. Siempre que puedo, hago ejercicio; muchas flexiones, bailo, salto a la comba, incluso juego con el aro...
También ponía (pongo) en práctica, consejos leídos en alguna revista; no utilizo el ascensor, camino apretando los muslos, bebo mucha agua, evito el tabaco... etc. Hasta aquí todo bien, normal.
El caso es que no era capaz de privarme de las cosas que engordan: pasteles, gominolas, chocolate... Pero si, por ejemplo, había lentejas para comer, mi estómago se "cerraba" inmediatamente. Aunque horas antes tuviese hambre, incluso mucha hambre. Con sólo ver el plato de algo que no me hiciese "mucha gracia" sobre la mesa, esas ganas se anulaban totalmente. Me sentía orgullosa de ello. Podía controlar lo que quería comer y lo que no. Y pasó el tiempo...
No soy guapa; ni mi cara, ni mi pelo, pero sí mi cuerpo. Sé que lo miran, sé que mis medidas son atractivas, mi cuerpo es armónico. Si engordase, ¿qué me quedaría? Esto significa poca confianza en mí misma, lo sé, pero no quiero renunciar a mi cuerpo. Mi piel tiene un tono amarillento, cetrino, pálida como una muerta. Todo el mundo me lo ha dicho, pero siempre he sido así, a nadie le resulta sorprendente como soy.
En ocasiones me sucede algo extraño de veras. Hay épocas en las que no como prácticamente nada, no es que no quiera, simplemente no tengo hambre. Adelgazo rápidamente y me siento bien.
Pero a estas épocas le siguen otras en las que, por lo que sea, me entran ansias, verdaderas ansias de comer, comer, comer...
Luego me arrepiento y me doy asco a mí misma por cometer el pecado de la gula... por no saber controlarme. Nunca me meto los dedos para vomitar. Tampoco he vomitado nunca. Si un día como mucho, al día siguiente me "castigo" sin comer y así tranquilizo mi conciencia. Lo adelgazado de forma tan fácil anteriormente, es recuperado con la misma rápidez, o incluso más.
Y vuelta a empezar. No tengo bulimia, ni tengo anorexia. No es nada de eso... Quizá tengo algo de ambas, no sé... Sólo he venido porque mi madre se ha empeñado. Yo, tan tranquila. Así soy yo."

Nota de la autora: Sofía es un personaje en el que llevo tiempo trabajando. No es una adolescente real, sino un personaje inventado. Y este, es un pasaje de su vida. Mantengo conversaciones sobre este tema con mis sobrin@s adolescentes porque sé que tienen un montón de preguntas. Yo intento responder siempre que puedo y de la mejor manera que sé. La mayor parte de las veces desde mi propia experiencia, otras desde experiencias cercanas. Y otras, las "novelo" con retazos de aquí y de allá. Este texto, va para ell@s, sé que les hará reflexionar. Creo firmemente que para poder recuperar la salud y llevar una vida normal y saludable, es fundamental la ayuda de especialistas, de la familia y la colaboración sincera y absoluta del enfermo o de la propia enferma. 

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