domingo, 11 de marzo de 2012

Sal y arena

















Ayer salí de casa para ver el mar. Únicamente quería echar un vistazo a la inmensidad, necesitaba no sentirme importante, necesitaba no pensar. Creí que las olas harían el resto y se llevarían lejos su recuerdo. No fue así. Llegue al muro y me lo encontré. “Nunca compartas sitios para desahogarte. ¡Maldita sea!” El recuerdo tomó forma y casi me ve, y yo giré sobre mis talones para no volver a pisar aquel rincón de San Lorenzo. A veces, es mejor quedarse en casa…

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