lunes, 30 de agosto de 2010

Capítulo I - Parte Segunda

 


















Su hermana se zafó de la mano en la boca, le empujó y le registró los bolsillos. Continuaron gritando.
Parecía que ninguno de ellos se acordase de que había dos niñas en el salón. El hombre se reía, mientras su mujer le daba la vuelta a los bolsillos y le llamaba “borracho perdedor”. Como si le hubiese leído la mente, su hermana se acordó de pronto de las niñas, pero no como Eva quería.
- ¡Sinvergüenza! Con las niñas aquí… ¡menudo espectáculo eh! Y luego dices que la quieres… ¡eres un cabrón! Gastándote todo nuestro dinero en beber… ¡¿qué le voy a decir cuándo aparezcas en una cuneta?! – su hermana estaba fuera de sí
Eva pensó que aquello se parecía a lo que veía en las películas, pero odió vivirlo en primera persona. También pensó que no podía contar aquello en el Colegio. Imaginar las caras de reprobación de sus amig@s le daba vergüenza… lo mejor sería no contar nada por el momento. Más adelante, podía hacer referencia a este incidente, como si hubiese pasado hacía mucho tiempo, como si ya no le aterrorizase y le pareciese divertido. No, pensándolo mejor, quizá nunca le llegase a parecer una anécdota divertida…
Sentía como crecía la tensión y no sabía que hacer para parar aquello. Intentó llamar a su hermana un par de veces, pero gritaban demasiado alto. Se levantó para que la viesen y se quedó a medio camino.
-        ¡Zorra! – Vociferó su cuñado - ¡eres u…na zorra! ¡Déjame en paz!
Anita intuyó que pasaba algo peor de lo que hasta entonces sucedía. Tiró el juguete al suelo, miró a Eva y comenzó a hacer pucheros. Eva estaba petrificada de nuevo. Sonrió a la niña, la agarró por los rechonchos bracitos y la atrajo hacia si. Todo sucedió en cuestión de segundos. Eva, contempló horrorizada, como arrinconaban a su hermana contra la pared blanca.
- ¡Hija de pu…ta! - Su hermana se cubrió la cara con los brazos y por un instante pareció asustada, pero de repente, le empujó y se puso ante él
- ¡¿Qué me vas a pegar?! ¡Venga, pégame! ¡Pégame! – gritaba enloquecida
Por dos veces, su cuñado levanto la mano y terminó pegando con el puño en la cabeza de su hermana. Esta comenzó también a pegarle. Le empujó, le tiró del pelo, le arañó la cara… Todo sucedió en cuestión de segundos. Su hermana dijo algo que a Eva se le marcó a fuego
- ¡No me vas a pegar más! ¡No me vas a pegar más hijo de puta!
Anita lloraba a lágrima viva y Eva salió de su letargo. Comenzó a gritar e intentó separarles. Nadie reparo en ella. Se llevó un empujón y se quedó de nuevo sumida en el pánico. Aquellos, fueron los segundos más largos de sus trece años de vida.
Finalmente, la puerta de la entrada a la casa, se llevó la última parte de violencia. Su cuñado comenzó a meterle patadas hasta que le hizo un agujero. No se trataba de una puerta blindada, ni siquiera una puerta de calidad media… era una birria de puerta que no aguantó ni medio asalto. Pero Eva, agradeció infinitamente que así fuese. Agradeció que sirviese para que aquel ser descargase su ira y se largase por fin.
Su hermana corrió detrás de él por las escaleras y ambos desaparecieron de su ángulo de su visión. Abrazó a Anita muy fuerte. Ahora sabía que no era la primera vez que ocurría aquello. Y no quería saber que no sería la última.

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