sábado, 19 de noviembre de 2011

Es curioso...


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Los seres humanos atesoramos cuatro o cinco cosas realmente importantes… entre ellas, tengo la certeza de que se encuentran la felicidad y el óptimo estado mental.
Cuando nos sentimos felices, los colores son más nítidos, escuchamos el canto de los pájaros que antes ignorábamos, el aire llega con otro aroma, y el resto de las personas sonríen más… “noñeces” - pensarán algunos sobre esta “catarsis”; reflejados se sentirán otros – lo cierto es, que con las mismas palabras o diferentes, todos sabemos de lo que estamos hablando ¿verdad? El resto, es cuestión de gustos…
Pues bien, representada la felicidad, viene ahora hablar de nuestra cabeza, nuestro “coco” (ese que nos comemos a base de bien); nuestros pensamientos, nuestros temores, nuestras reflexiones, nuestros instintos… ¡tantas cosas alberga nuestra mente! Da miedo… pareciera un macro procesador con capacidad limitada y con riesgo de avería. Casi nada.
El estado óptimo mental ¿alguien lo sabe? Cada individuo – como el maestrillo -  tendrá su librillo… (O eso quiero pensar)
Nacemos y nos desarrollamos, y en algún momento de nuestra vida, comenzamos a sentir emociones negativas contra las que debemos “lidiar” para que no ocupen todo el espacio destinado a ser felices… O quizá sólo tengamos que aceptarlas, no pelear a la contra. Alguien me dijo una vez, que lo único que pretendía conseguir con la educación de sus hijos, era que fuesen “sanos mentales”. No más generosos que el resto, no más competitivos, menos piadosos, más simpáticos ni menos serviles… no. Quería que fuesen mentalmente sanos, para que fuesen felices.
Si tan importantes son estas cosas, entonces… ¿cómo es posible que las dejemos en manos de otras personas tan a menudo? ¿Se nos olvida su importancia para nosotros mismos? Nos sentimos infelices ante situaciones que no creamos nosotros ni podemos solucionar… Igual que nos sentimos vulnerables ante una palabra o un mal gesto por parte de otra persona… ¿cuánto influye el exterior en la esencia de uno mismo?

A veces, una se para y piensa “es curioso…”. Y luego sigue adelante.

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