domingo, 11 de abril de 2010

The princess of Sacramenia


















 


Erase que se era, una princesa que tenía ineludibles compromisos, curiosamente dos de cada cuatro sábados al mes
Como buena princesa que se precie, era urgente y caprichosa, aunque a la par, zángana y descuidada. Todo un decálogo de virtudes exactas e imperfectas ... imperfección, no demasiado grande, pues ella era más bien chiquita... ya se sabe: la esencia más pura, va en frasco pequeño; aunque el mismo recipiente, sirva también, para albergar el veneno

Pero la historia no va de esto ... el hecho es, que the little princess, necesitó un buen día recargar pilas, y para ello, volvió al mágico lugar de donde había salido ...
... atravesó desérticas carreteras y lugares angostos, hizo frente a réptiles asesinos y vadeo el ancho y bravo río sacramenia ...
soportando temperaturas extremas y unas cuantas telas de araña inoportunas, al fin, obtuvo el merecido descanso...
... y un agradable privilegio; el trovador melódico, tan perfecto e inexacto como ella, le obsequió con poemas aderezados con notas, y ecos redactados al son de la marcha circense

Fueron unos días completos, cada uno de ellos con sus 24 horas. La princesa difusa, visitó amigos a los que no había visto y creyó ver a otros, que ni siquiera estaban... junto al alquimista de ruidos, cruzó más calles de las existían y ambos se mojaron, y remojaron, bajo el agua y sin ella...

Pero de esta historia hace ya mucho tiempo, porque the little princess, tuvo que volver a sus obligaciones - muy a pesar de lo zángana y bohemia que era – y dejó atrás el sueño de una noche de verano, y los sonidos imposibles, reververando en las paredes de piedra ...

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